La obra del artista Jonathan Dennis articula una relación entre dos estéticas aparentemente opuestas: lo divino y lo ecológico. En esta fusión, lo inmaterial, representado por la noción de una fuerza creadora suprema, se manifiesta en lo tangible: los paisajes naturales que reflejan la esencia de la creación divina.
La propuesta del artista utiliza la pintura como medio principal para explorar cómo estas dimensiones se entrelazan, generando una narrativa que abarca desde lo espiritual hasta nociones de la física cuántica.
La propuesta parte de una investigación artística influenciada por una formación cristocéntrica que contempla la naturaleza como evidencia palpable de la intervención divina en el mundo. El paisaje tropical del Caribe, recurrente en su trabajo, encarna esta conexión entre el ser humano y la creación, permeado de significado espiritual y cultural. El artista remite al relato del vacío cósmico original, donde un espíritu creador dio forma al orden natural, estableciendo ecosistemas y paisajes en constante evolución. Este proceso, opera no solo en el plano visible, sino también en niveles cuánticos, desafiando las percepciones convencionales de la materia y la energía.
La teología ecológica constituye un eje conceptual crucial en su trabajo, proponiendo una espiritualidad intrínseca a la naturaleza que trasciende el antropocentrismo. En esta perspectiva, Dios no solo es el creador supremo, sino también el facilitador de una relación simbiótica entre la humanidad y el entorno natural. Esta comprensión subraya la necesidad de reflexionar sobre el equilibrio y la sostenibilidad como valores espirituales y científicos.
Uno de los elementos más significativos en este cuerpo de obra de Jonathan Dennis es la zarza, un símbolo profundamente arraigado en la tradición bíblica, pero reinterpretado aquí bajo una perspectiva contemporánea. En el contexto bíblico, la zarza que arde sin consumirse representa la presencia divina, la revelación y el llamado a una misión trascendental. En el marco de la obra del artista, este símbolo asume nuevos significados: la zarza, como una planta común, se convierte en un recordatorio de que lo divino puede manifestarse en las formas más humildes de la creación. Además, el fenómeno de arder sin consumirse sugiere un equilibrio perfecto, una metáfora de la coexistencia armoniosa entre el ser humano y la naturaleza.
El trabajo de Jonathan Dennis no solo refleja una rica historia cultural afrodescendiente, sino que también incorpora prácticas familiares relacionadas con la masonería. Esta tradición, transmitida de manera generacional, aporta un marco simbólico y filosófico que refuerza las narrativas espirituales en su obra. Además, su identidad queer y su conexión inclusiva con la divinidad se traducen en una búsqueda artística que celebra la creatividad como un acto de comunión espiritual.
Bajo el título Mapeos Cuánticos, la obra se erige como un puente conceptual entre la física cuántica, la espiritualidad y el arte. Este enfoque permite al artista integrar disciplinas aparentemente dispares, explorando preguntas fundamentales sobre la creación, la existencia y la conexión entre los seres humanos y el universo. La zarza emerge como un símbolo central, inspirando narrativas visuales y conceptuales que abordan la fragilidad y la resiliencia del ecosistema, así como la renovación espiritual y ecológica.
Jonathan Dennis logra conectar la ecoteología, la estética y la física cuántica en un cuerpo de trabajo que invita a reflexionar sobre el rol del ser humano como creador y participante en un ecosistema creativo. Sus obras, profundamente personales y al mismo tiempo universales, inspiran una respuesta ética y urgente ante los desafíos ambientales actuales, posicionándose como un llamado a la interconexión y la sostenibilidad desde una perspectiva profundamente espiritual y científica.
Proyecto beneficiario de los Fondos Concursables en Artes Visuales del Museo de Arte Costarricense MAC.